El caso trata de la alienación parental que sufren los niños después de la separación de sus progenitores. En la acción de custodia, se determinó la reversión provisional de la custodia del hijo a la madre para preservar el bienestar del niño. En el recurso, el padre declaró que la sentencia no respetó los principios constitucionales y procesales aplicables al caso, ya que el cambio de custodia se otorgó sin escucharlo. Además del hecho de que no existe una situación de riesgo personal o social del niño bajo el tutor paternal para autorizar la modificación de la custodia. Para el juez, el análisis del caso debe realizarse bajo el prisma del derecho de coexistencia paternal-filial en vista de la resistencia materna para proporcionar al niño la convivencia con su padre. Debido a estos comportamientos por parte de la madre, quedaba evidente la alienación parental, que la sentencia ha definido como "el uso de la prole como un instrumento de agresión dirigido a la pareja a través de la manipulación sistemática de los sentimientos del niño, para destruir su relación con el otro progenitor". El juez decidió con arreglo al artículo 3º de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, otorgar la custodia provisional a los padres, con la visita de la madre, destacándose tratarse de una decisión precaria susceptible a revisión o revocación en cualquier momento.