El caso se trata de una adopción por excepción, en el marco de un proceso de inseminación artificial. De acuerdo con los demandados, la recurrente habría donado su óvulo para la realización de una fecundación in vitro, siendo posteriormente insertado el cigoto en su útero, a cambio de una compensación económica, en el marco de la obligación contractual de posteriormente entregar a la niña a la pareja que habría donado el esperma. Sin embargo, en el marco del proceso de adopción por la madre no biológica de la niña, se habría arrepentido, buscando que no se le otorgue la maternidad.
En este sentido, la recurrente considera que hubo fraude, toda vez que los demandados habrían planeado desde un inicio ofrecer su “vientre en alquiler” y practicarse una inseminación artificial, extorosionándola con cuantiosas sumas de dinero a fin de que no aborte el producto, no frustre la demanda de adopción que interpuso la parte agraviada.
La Corte Suprema advierte que la niña, producto de la reproducción asistida, estaría plenamente identificada con el entorno construido por los pre adoptantes, siendo el padre pre adoptante también su padre biológico. Por otro lado, toman en cuenta que la madre biológica aceptó ser inseminada artificialmente por persona distinta a su pareja con la intención de mejorar su situación para viajar a Italia con su familia lo que dista de una lógica de maternidad.
Ante estos hechos, la Corte declara infundada la demanda, en base al interés superior del niño.
