Una mujer ya adulta inicia demanda de daños y perjuicios contra su madre porque su emplazamiento filial paterno -matrimonial- no se corresponde con su realidad biológica.
La mujer aduce que cuando todavía no tenía los nueve años cumplidos se agudizaron los malos tratos físicos y psicológicos de parte de su madre hacia su persona. Destaca que, en dicho contexto, le refirió que su padre no era su padre biológico y que ella tenía otros hermanos a los cuales tendría que buscar.
Sostiene que, en el año 2005 estando muy angustiada decidió consultar con una psicóloga y con la ayuda terapéutica encontró herramientas y recursos para poder enfrentar la situación, lo que la llevó a retomar el tema con su madre. Agrega que, apenas unos meses antes de iniciar la demanda, y luego de revivir momentos no deseados le preguntó a ella si lo que le había dicho cuando tenía nueve años era cierto y su madre le respondió que sí.
Luego de haber llevado esa duda por espacio de dieciséis años le refirió esa situación a su padre de crianza y decidieron someterse a un estudio de ADN. El estudio arrojó resultado negativo, es decir, confirmó que no era hija biológica de quien fue su padre afectivo de crianza y su padre legal.
En este contexto, el juzgado interviniente hacer lugar a la demanda y condena a la madre a abonar a su hija, en concepto de daño moral, con más intereses y costas.