Economía del cuidado: un trabajo invisibilizado en México

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Poco se habla del rol que desempeña la mujer en la contribución del cuidado del hogar, a lo largo de los años esta tarea ha sido invisibilizada en México y el mundo. Hablar de este tema es relativamente nuevo en el país, y fue gracias a la reforma del 1o. de Mayo del 2019 cuando se añadió la denominación del término “Trabajadores del Hogar”, en el capítulo XIII en la Ley Federal del Trabajo, que se abrió un debate al respecto.

El concepto de economía del cuidado, sin embargo, data de los años setenta y nace dentro de la corriente de la economía feminista;[i] la cual lo define como el estudio de todas las actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las personas, particularmente de las especificidades del trabajo de las mujeres, tanto en la esfera reproductiva como en la productiva (Rodríguez Enríquez, 2015, 31). Es decir, la economía de cuidado incluye tanto el trabajo de las mujeres tanto en el ámbito del intercambio mercantil como en el del hogar, vinculado con la atención, cuidado y reproducción de sus miembros, así como con el desarrollo económico de los países y el bienestar de sus poblaciones. Desde esta perspectiva, se considera que el cuidado es la piedra angular de la economía y de la sociedad (CNDH, 2019, 5).

Por tanto, la importancia del cambio en la legislación mexicana radica en que a las mujeres dedicadas al cuidado del hogar se les hayan reconocido sus derechos laborales y de seguridad social, pues estas ahora pueden acceder a un pago remunerado, días de descanso obligatorios, vacaciones, un contrato, condiciones dignas de trabajo, etc. En los casos donde haya hombres que realicen estas mismas tareas, estos gozarán igualmente de la total protección a sus derechos.

A pesar de haber dado un paso enorme en materia jurídica para el reconocimiento de las y los trabajadores domésticos, con la entrada en vigor de dicha reforma, todavía se aprecia mucha desigualdad al respecto aunado a una mayoría abrumadora de mujeres cuidadoras del hogar. Según la Organización Internacional del Trabajo en el continente americano, las mujeres dedican 268 minutos por día a trabajos de cuidado no remunerado, mientras que los hombres 155 minutos por día (OIT, 2020).

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Fuente: OIT (2020). Disponible en: https://bit.ly/2wC5sn8

Más allá de esto, la economía del cuidado no solo aborda el ámbito jurídico, sino que también busca crear un nuevo panorama en la sociedad en el que esta economía sea reconocida a nivel internacional, social y cultural.

Con respecto a lo anterior, además se habla de una clara desigualdad entre las mujeres y hombres para distribuir su tiempo entre actividades remuneradas y no remuneradas. Muchas trabajadoras del hogar no tienen ningún titulo académico que las proteja y les garantice alguna oportunidad de empleo mejor pagada, por lo tanto, optan por realizar estas actividades a pesar de que, llevarlas a cabo, requiere de un esfuerzo completo y una paga mínima. Por el otro lado se encuentran las mujeres con un trabajo remunerado que también tienen que desempeñar las tareas domésticas para subsistir, pues muchas de ellas deben cuidar a sus hijos y el mercado laboral para ellas está limitado.

En América Latina, las mujeres con hijos tienen el 54% de probabilidad de conseguir un empleo, mientras que los hombres con hijos de un 88% (OIT, 2020). Dando como resultado que estas mujeres opten por buscar trabajos de medio tiempo para poder cumplir con su doble o triple jornada que hasta la fecha ha venido imperando en México y el mundo.

Por tanto, la economía del cuidado refiere al alto grado de responsabilidad por parte de las mujeres y niñas al frente del hogar, pues todo el trabajo recae sobre ellas desde pequeñas. Se ha demostrado que la división sexual del trabajo, en la cual el hombre produce y la mujer reproduce, basada en la creencia  de que las mujeres por naturaleza están dotadas de un poder especial para llevar a cabo estas tareas, es falsa, pues la designación de las tareas de cuidado no son más que una construcción social basada en prácticas patriarcales.

Por último, podemos recalcar que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), en su artículo 5o, párrafo tercero, señala que “Nadie podrá ser obligado a prestar trabajos personales sin la justa retribución y sin su pleno consentimiento, salvo el trabajo impuesto como pena por la autoridad judicial, el cual se ajustará a lo dispuesto en las fracciones I y II del artículo 123.”

Por lo que se considera que es inaceptable obligar a una persona a prestar trabajos personales sin una justa retribución y sin su pleno consentimiento. Esto encuadra perfectamente en la hipótesis de los trabajos del hogar pues, como ya se explicó con anterioridad, se han llevado a cabo durante muchos años sin ser visibles y sin que quienes los realizan reciban una remuneración justa.

Aunado a ello, muchas mujeres son sometidas al trabajo del hogar por otras personas ya que se les impide realizarse profesionalmente y obtener una debida autonomía económica, obligándolas a perpetuar estas actividades sin su consentimiento.

En este orden de ideas, la agenda 2030[ii] para el Desarrollo Sostenible, de la cual México es parte, sostiene que uno de los puntos claves para lograr la igualdad de género es reconocer y valorar los cuidados no remunerados y el trabajo doméstico no remunerado, a través de la implementación de políticas públicas de protección social que promuevan la responsabilidad compartida en la familia y el hogar.

Como sociedad mexicana debemos darle un enfoque transformador al cuidado, reconociéndolo de primera mano en todas las legislaciones del país y garantizando la protección de los derechos humanos en ese ámbito, redistribuyéndolo con los hombres, y promover la reducción de las jornadas para evitar deterioros prematuros en la salud mental y física de las mujeres.

A manera de reflexión final, es importante considerar la experiencia de las mujeres trabajadoras del hogar y su trascendencia en el ámbito del cuidado en su desarrollo profesional, para que cuando busquen un trabajo mejor remunerado le sean favorables todas las oportunidades laborales que se le presenten.

Así como también incentivar nuevas políticas públicas referentes a la economía del cuidado con una perspectiva de género y cuestionar la división sexual del trabajo, para modificar los valores y comportamientos de la sociedad frente a la igualdad de género.


Alexia es Licenciada en Derecho por la Universidad Veracruzana. alexia.mora.martinez@gmail.com


 

Referencias bibliográficas

Rodríguez Enríquez, Corina (2015), “Economía feminista y economía del cuidado”, Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad, Nueva Sociedad No.256.

CNDH (2019), “Economía del Cuidado”, Curso Autonomía y Derechos Humanos de las Mujeres.

OIT (2020). Dsiponible en: https://www.ilo.org/global/lang--es/index.htm

www.onu.org.mx/agenda-2030/


[i] La economía feminista es una corriente de pensamiento que pone énfasis en la necesidad de incorporar las relaciones de género como una variable relevante en la explicación del funcionamiento de la economía, y de la diferente posición de los hombres y las mujeres como agentes económicos y sujetos de las políticas económicas.

[ii] El 25 de septiembre de 2015 más de 150 líderes mundiales asistieron a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible en Nueva York con el fin de aprobar la Agenda para el Desarrollo Sostenible. El documento final, titulado “Transformar Nuestro Mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, fue adoptado por los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas. Dicho documento incluye los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible cuyo objetivo poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia, y hacer frente al cambio climático sin que nadie quede rezagado para el 2030. www.onu.org.mx/agenda-2030/

Comentarios

Nancy |
Mar, 14/04/2020 - 09:27

Excelente artículo, muy bien explicado ✨

Ángel Ponce |
Mar, 14/04/2020 - 21:09

En general me parece un artículo bastante bueno que resalta y pone al centro un tema tan importante como lo es el papel del cuidado, que por muchos años ha sido relegado como el statu quo inamovible e incuestionable de nuestra sociedad, menospreciando la labor constante de las mujeres (en su gran mayoría) y encajonándolas en una realidad que difícilmente sería su vida "soñada".
Me agrada leer que existen nuevas iniciativas que buscan crear conciencia y atraer la atención en este tema y que buscan generar mejores condiciones laborales en este ámbito. Ojalá que con el tiempo todos podamos vivir en una sociedad más justa.

Estefania |
Lun, 08/06/2020 - 12:30

Un tema muy interesante a tratar. Excelente artículo.

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